Aquí reproduzco un apartado de mi último capítulo de mi tesis titulado "Filosofía del lenguaje". El apartado que posteo es el del «problema del significado» y el de «funciones y valor del lenguaje» donde grosso modo desarrollo las teorías y las funciones en que se mueve el estudio del lenguaje en referencia a su significado. La última función de que hablo en este apartado está en relación a lo performativo de que trata el primer artículo que dejó Jaime del libro ¿Qué ha sido de la fotografía? (De lo presencial a lo performativo... de David Green y Joanna Lowry). Esto con la finalidad de entender un poquito desde la lingüística el problema del significado y darnos una idea. Ojalá que les sirva. Saludos...
Tomado de: "Filosofía del lenguaje" en: Corral
García, Luis Alberto. El
lenguaje como manifestación del ser. Consideraciones a partir de la concepción
del lenguaje como «la casa del ser» y «morada del hombre». Tesis de
licenciatura, Guanajuato, México 2011. pp. 144-153.
1. El problema del significado.
El problema del significado, que explicita la relación entre
las palabras y las cosas, personas o acontecimientos, es llevado por diversos
lingüistas y filósofos que consideran que este problema se encuentra en
relación al uso que se le da al lenguaje, es
decir, según sea su función será la manera de significar. En cada
significación hay una relación entre la cosa a la cual se le indica algo y la
palabra que significa a la cosa. Existe un sentido en la manera de referirse a
algo o a alguien, del que surge incluso la pregunta, ¿qué significa esto?, o
¿cuál es el significado de esta palabra? Por lo general casi nunca se pone
atención a los enunciados que se emplean en la vida cotidiana (en lo que se
refiere a la estructura del enunciado), simplemente se habla, hay comunicación
pero nunca se hace la pregunta sobre el «sentido» que tiene cada una de las
palabras que se articulan en el hablar. Con todo ello, hay un sin número de
enfoques que se le pueden dar al lenguaje, y que se ve la pertinencia de
agrupaciones que se hacen para centrar la investigación y simplificar la
explicación, ayudando a no desviarla. Siguiendo el esquema de Alston, él hace
la agrupación de las teorías del significado en tres tipos de acuerdo al uso
que se le da al significado: referencial, ideacional y comportamental. La
primera hace una identificación entre el significado de una expresión y aquello
a lo que esta expresión se refiere; la segunda identifica el significado de la
expresión con las idea que se le asocia; y la tercera, lo identifica con los estímulos que provoca al ser emitida una
expresión.
1.1.
Teoría referencial.
Esta teoría está encaminada a pensar
que toda «expresión significativa» se refiere a algo o a alguien, i. e. lo nombra, o que está en lugar de…
son símbolos que refieren algo distinto de sí mismos. El significado es aquello
a lo que la expresión hace referencia, i.
e. se identifica con la relación entre el referente y la expresión misma,
hay una conexión entre ambas. Esta identificación, sin embargo, es insuficiente
para responder completamente a la cuestión del significado, ya que, en la
medida que se refieran a algo, será posible hablar de significado. Este
problema surge al momento de que se presenta una sola expresión con varios
significados, y diversos referentes, e. g.
varias expresiones con un mismo significado y diversos significantes, etc. Es
por eso que resulta infundada la idea de que, necesariamente las palabras se
tengan que referir a objetos físicos o concretos. Si bien el «referir» es una
función lingüística, sólo se puede asignar a ciertos tipos de expresiones. Por
otro lado, hay expresiones que no se refieren a objetos físicos, e. g. “blancura”, pero sí pueden denotar
a objetos que posean esta cualidad; además palabras como el adjetivo “valiente”
que no se refiere a la inmutabilidad frente al peligro, pero sí connota esta
disposición de alguna manera. Estas cuestiones se entienden en la aplicación o
afirmación de algo[1].
1.2.
Teoría ideacional.
En esta teoría el máximo
representante es Locke, quien decía que el uso del lenguaje está en relación a
que las palabras sean señales de las propias ideas, siendo las ideas la «propia
e inmediata significación». Esta teoría es la que desarrollan quienes
consideran al lenguaje como un instrumento de comunicación, siendo que la expresión
lingüística adquiere significado en el momento en que se una como marca de
las ideas. Estas ideas llevan a la necesidad de ser transmitidas mediante el
lenguaje, haciendo indicaciones observables. La relación se da en el momento
que a cada una de las expresiones debe corresponder una idea de acuerdo al
sentido que se le de a estas expresiones, así, en el momento que se use con
cierto sentido, debe haber una indicación que el hablante haga y que el oyente
tenga presente esa idea en su mente. Sin embargo, esta teoría lleva a
considerar por ejemplo cuando una expresión tiene diversos sentidos que
corresponden a diversas ideas i. e.
que al momento que el hablante use una expresión como: “cuando”, en un momento
determinado, si vuelve a utilizarla en otra ocasión, ya no será la indicación
de la misma idea, ya que ha cambiado el sentido de la expresión. De ello
depende el contexto en que se tome, ya que al expresarla “aislada” de suyo se
sabe que, gramaticalmente, es un adverbio de tiempo, o una conjunción, pero el
oyente no alcanza a distinguir la idea concreta. Incluso si una palabra se
quiere acompañar con alguna imagen mental, la analogía que tenga el hablante, e. g. con la palabra “mesa”, será
distinta de la que tenga el oyente, puesto que el primero puede figurarse una
mesa de billar y el segundo una mesa circular[2].
1.3.
Teoría comportamental.
Está del lado del uso del lenguaje
en la comunicación, sin embargo, la diferencia con la teoría ideacional, radica
en el momento que se resaltan aspectos observables que se dan públicamente
gracias a la comunicación i. e. la
respuesta o reacción que una expresión pueda provocar en el oyente, estando el
significado encaminado a la respuesta que sea común a las situaciones que son
causadas por la emisión de la forma lingüística. Lo que se necesita en esta
teoría, al igual que en la anterior, es que se satisfaga la existencia de
rasgos que sean comunes en todas las situaciones donde la expresión sea emitida
con un solo sentido y juntamente con ello, respuestas comunes que se den en la
emisión determinada. Sin embargo, hay expresiones lingüísticas que, pese a los
distintos sentidos que puedan tener, habrá momentos en que no se provoque
ninguna respuesta por parte del oyente, o en el caso que haya respuestas, puede
diferir una de otra. A este problema Morris trata de abordar con el concepto de
disposición para responder, la cual está relacionada a las condiciones
en que se presente la emisión, el contexto, la situación del oyente, etc.
Llevando este concepto a una proposición hipotética, donde cierta respuesta
estará condicionada a estos elementos. La cuestión es que esta teoría al
exponer sus razones y explicaciones respecto a la función que tiene el
lenguaje, no responde a la cuestión del significado, ya que puede haber
diversas expresiones con tantas respuestas o reacciones que no tengan nada que
ver con el significado que posea cada oración o proposición[3].
Dentro de
la problemática se ha visto que las teorías del significado están mezcladas más
a un lenguaje formal que coloquial y con ello se pone énfasis más en la
cuestión gramatical y lógica, girando la preocupación no tanto en la “palabra
misma”, puesto que es primero el significado de las palabras antes que las
reglas gramaticales en la construcción de una oración o enunciado. Hasta ahora
la pregunta principal no ha topado con respuesta satisfactoria con lo
desarrollado. ¿Cómo se relacionan las palabras con las cosas? Solamente se ha
atendido al sentido particular que cada hombre le quiera dar al lenguaje y al
significado, dando lugar a teorías que no dan satisfacción a la preocupación.
Lo cierto es que si bien el «lenguaje» en sus formas y expresiones lingüísticas
van adquiriendo su significado al ser usadas por cada uno de los hablantes, sin
embargo, puede notarse desafortunadamente que no hay un acuerdo en cada una de
las teorías al momento de definir o explicar lo que este concepto quiere decir.
Pues lo que hacen es sustituir la palabra «significado» por otra, dándole un
valor específico que se relaciona de acuerdo al uso que se le dé en el
lenguaje. De aquí que para la palabra «significado» podemos tener algunas
acepciones: 1.-Significado por un lado, hace alusión a “lo que quiere decir”, e. g. el significado de “logos” (lo que quiere decir) es: “razón,
lenguaje, discurso”. 2.- Significado hace alusión además a la función que tiene
una expresión (en cuanto se refiere a algo, lo denota o connota), identificando
la palabra “significado” por la de contenido. En este sentido se tienen en
cuenta las teorías del significado mencionadas en líneas de arriba. En la
oración: “Hércules quédate quieto”, haciendo referencia a un perro cuyo nombre
es “Hércules”, el contenido o
significado se mueve en la función que la palabra refiere a su objeto (lo
señala) sustituyéndolo como referencia. El significado de Hércules es el perro,
i. e. se refiere a él, (este punto
hace alusión incluso al “sentido” que tiene la palabra). 3.- Significado en
cuanto el tipo de entidad al cual se le refiere. Un determinado objeto ha sido
designado con la palabra “plato”. El objeto que se utiliza para la recepción de
la comida por cada porción, esto es, para cada persona, ya extendido, ya hondo,
ya chico, ya grande, etc., será lo “significado”, lo marcado o referido como
“plato”. Ahora bien, de esto resulta una confusión al momento de tomar la
palabra «significado» indistintamente.
Para
atender a esta problemática se puede recurrir a la palabra misma.
Gramaticalmente «significado» es un participio del verbo “significar”. Dada la
problemática se hará la pregunta ¿Qué designa esta palabra?, en lugar de, ¿qué
significa esta palabra? Atendiendo al verbo latín de donde procede el idioma
español (castellano), entre otras cosas, “Significo, -as, -are” tiene
acepciones como: indicar, dar a conocer, mostrar, dar a entender, manifestar,
etc. El participio, como accidente del verbo, denota acción o pasión, equivale
a un adjetivo. Denotando acción, sus terminaciones son: –ante o –ente para la
primera conjugación, -iente para la segunda y tercera conjugación. Si denota
pasión, sus terminaciones son: -ado para la primera conjugación, -ido para la
segunda y tercera. Con esto tenemos que la forma gramatical de la palabra
«significado» corresponde a un participio pasivo, i. e. algo recibe la acción de ser “indicado”, o mostrado o dado a
conocer. Ahora bien este término por su forma, recibe la acción, como se acaba
de mencionar, con ello habrá qué considerar que hay una forma que realiza la
acción: el “significante”, i. e.
aquel que significa. ¿Quién significa? Para el latín hay un sustantivo con el
que se realiza la acción de marcar o señalar, el signum, que a su vez
procede del verbo “Signo, -as, -are”. Entre las acepciones del verbo signare, se encuentran: marcar, señalar,
grabar, sellar, designar, indicar, etc. De aquí tenemos que el «significado» es
una acción que recibe un objeto, gracias a un significante: el «signo». De las
acepciones del verbo significare se tomará el de «mostrar» o
«manifestar» que en cuanto se refiere a ellas «dan a entender [algo]». Esto
último, considera al tipo de entidad al cual se le refiere. Con ello se ve claro
que una cosa es el significado y otra el sentido de la palabra. Por el momento
se dejará de lado la cuestión del problema del significado para pasar ahora a
tener en cuenta las funciones que del lenguaje surgen de acuerdo al uso de las
expresiones.
2. Funciones y Valor del lenguaje.
De lo anterior se desprende que,
para la función y el valor que adquiere el lenguaje, es importante el “uso” que
se le da a los términos para la clasificación de dichas funciones, además de
tener en cuenta el contexto, y los elementos que lo acompañan. Las teorías
generales que se han mencionado en líneas de arriba, se toman en cuenta según
la idea que propone Alston. Sin embargo, podemos encontrar otras diversas
agrupaciones en cuanto a teorías del significado se refiera[4]. Es claro que el lenguaje supone tres condiciones que se
deben tomar en cuenta para que se lleve a cabo. Un hablante, un oyente, y algo
de lo que se habla, el objeto mismo. Con estas cuestiones, en el lenguaje,
hasta hace algunos años se solía presentar una división dicotómica de dichas
funciones. Se distinguían, por una parte, autores que designaban al lenguaje
una función descriptiva, cognoscitiva, denotativa, representativa o
simbólica[5], y por otra parte, autores cuya importancia del lenguaje
estaba en torno a su función emotiva, per formativa, existencial o
personal[6]. Últimamente, sin embargo, se han hecho más numerosos los
autores que le dan importancia al lenguaje desde otra perspectiva, agregando a
las dos funciones precedentes la comunicativa o intersubjetiva[7]. De esta manera se presenta la división tricotómica, la
cual puede relacionarse con los tres componentes esenciales constitutivos del
lenguaje, a saber: «el sujeto que habla, aquello de lo cual se habla y la
persona a la cual se habla». (Ya mencionados unas líneas arriba). El lenguaje
ejercita tres diversas funciones respecto a sus tres componentes:
Un buen número de filósofos cuya
corriente filosófica se orienta al neopositivismo y a la analítica, reconocen
valor absoluto a la función denotativa (descriptiva, cognoscitiva, objetiva,
simbólica) y proscribe como insignificantes y faltas de sentido las otras. Esta
corriente, la Filosofía analítica orientada hacia el lenguaje ideal, prescribe
que sólo esta función habilita al hombre a alcanzar y a transmitir la verdad.
Es desarrollada en modo excelente por el lenguaje científico, el cual está
dotado de la máxima claridad, precisión y objetividad. Su excelencia está en la
simplicidad de su criterio de significación, que es la verdad experimental.
Así: “En realidad lo que se supone es que, en relación con toda expresión
significativa, podemos entender qué quiere decir que ésta tenga un cierto
significado, sin más que observar que hay algo o alguien a los que se refiere…”[9].
b.
Función comunicativa o
intersubjetiva en su confrontación con la persona a la cual se dirige el
discurso[10].
El lenguaje humano no tiene
solamente y tampoco principalmente valor a causa de su función cognoscitiva. Su
función principal, es, en efecto, comunicativa y la comunicación, en muchísimos
casos, no intenta en efecto ofrecer descripciones de objetos, cosas, fenómenos,
leyes de la naturaleza, sino afectos, sentimientos, deseos, órdenes. Las
expresiones –dice Bautista– dadas por medio del lenguaje permiten la
comunicación en distintos campos culturales que en la particularidad de ellas
hacen posible la expresión de sí mismos como miembros de una comunidad y que ya
desde su nacimiento el ser humano tiene la capacidad de ir elaborando una
lengua propia de acuerdo a la cultura en la que se desarrolló. Alston lo
menciona citando a Locke:
“«Resulta,
pues, que el uso de las palabras consiste en que sean las señales sensibles de
las ideas; y las ideas que se significan
con las palabras son su propia e inmediata significación» Este es el tipo de
teoría que, implícitamente, conciben quienes piensan que el lenguaje es un
«medio o instrumento para la comunicación del pensamiento», o una
«representación física exterior de un estado interno»”[11].
Esta función está relacionada con la
situación y la respuesta, que va de la mano de las ideas de psicólogos
conductistas y que filósofos y lingüistas toman en cuenta ya que:
“…el uso
significativo del lenguaje tiene algo que ver con la referencia al «mundo», y
así como, en cierto modo, expresamos y comunicamos nuestros pensamientos al
usar el lenguaje, así también constituye un hecho significativo que las
unidades del lenguaje adquieren su significado al ser usadas por la
gente, a través del hecho de que están implicadas en diversas clases de
conducta”.
Por lo que el lenguaje más
que describir objetos y comunicar sentimientos sirve también para testimoniar a
los otros y a nosotros mismos, nuestra existencia. Imaginemos a un pequeño que
se pierde en un lugar lleno de gente… Basta que a un cierto punto escuche la
voz de su papá o su mamá que lo llama de lejos para que vuelva a adquirir la
serenidad y la paz. Así, la palabra testimonia la existencia propia y la de los
otros, un testimonio determinado, preciso y cualificado[13]. O al expresarnos
simplemente con frases como: «mi camisa está rota», « ¡qué soberbio bistec! »,
etc. Esta función es la que desarrolla en algún modo la corriente de la
filosofía analítica orientada al lenguaje ordinario y que más que enunciar
algo, sólo tiene algún efecto al ser expresado.
[1] Cf. William P. Alston. Filosofía del Lenguaje. Ed. Alianza Editorial. Trad. Violeta Demonte.
Madrid 1985 pp. 27-42.
[4] Podemos referirnos por ejemplo al extenso trabajo que
Alfonso García Suárez hace el momento de dar una introducción temática a la
filosofía del lenguaje. Donde García Suárez trata los «Modos de significar» y
expone los elementos que se dan en el “significar”; sentido, referencia,
verdad, proposición, entre otros (primera parte) y las teorías del significado
(segunda parte), donde hace otra agrupación. Ver. Alfonso García Suárez. Modos
de significar. Una introducción temática a la filosofía del lenguaje. Ed.
Tecnos. Madrid, 1997. Ante esta gran dificultad y los diversos enfoques que se
dan respecto al lenguaje, se trata en este punto, conciliar dichas teorías
siguiendo la exposición de Erasmo Bautista Lucas en su “Acceso histórico…” y
teniendo como base, las ideas principales de las teorías agrupadas por Alston.
De aquí las referencias hechas a estos dos autores en cada una de las funciones
mencionadas en las líneas que siguen.
[5] Por ejemplo autores como Aristóteles quien utilizó las
letras del alfabeto como símbolos, Leibniz, G. Frege, B. Russel, R. Carnap, L.
Wittgenstein (primera época de pensamiento). Cf. para un punto muy general
sobre estos autores o incluso las obras en las cuales desarrollan su
pensamiento en relación al lenguaje, el apartado sobre la Filosofía analítica
orientada hacia el lenguaje. En: Erasmo Bautista Lucas. op. cit. pp.
62-63.
[6] En esta función destacan autores como Wittgenstein (segunda
época de pensamiento), G. E. Moore, J. L. Austin (con sus expresiones
preformativas), G. Ryle, J. Wisdom, P.
F. Strawson, W. V. O. Quine. Cf. Ibíd. pp. 64-66.
[7] Son de este parecer: F. de Saussure, Chomsky, L.
Weisgerber, E. Sapir, B. L. Whorf, entre otros. Estos autores más que
orientarse por cuestiones filosóficas acerca del lenguaje, están más inclinados
a la lingüística como ciencia. Cf. Ibíd. pp. 66-68.
[8] Cf. La ya mencionada teoría referencial que describe
Alston. op. cit. p. 27ss. Bautista Lucas menciona que, la corriente que
representa esta función, se propone no solucionar los problemas filosóficos,
más bien intenta sanarlos de raíz pues aparecen algunos problemas desde el
momento en que se trata de aclarar el lenguaje. Ver cita de la nota 301.
[13] La palabra adquiere densidad sobre todo a través del
nombre. Tener un nombre significa poseer una existencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario